SDDRA por década
Década del 50´
La Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines, es la Entidad gremial, reconocida en el año 1947 por el Ministerio de Trabajo como Entidad Sindical con Personería Gremial Nº 50, que agrupa y representa a los trabajadores que se desempeñan en la distribución de diarios, revistas y afines, que trabajan en Capital Federal y gran Buenos Aires, agrupados en distintas distribuidoras; la mayoría se encuentran integrados en Cooperativas de Trabajo, algunas con más de 30 años de antigüedad.
Estas circunstancias son el motivo que las actividades de distribuidores y vendedores de diarios y revistas se encuentren reglamentadas por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, de acuerdo con las disposiciones del Decreto 1025/2000 y la Resolución nº 434/2001.
Los Recorridos, como se reconoce históricamente a los Distribuidores, son uno de los pilares fundamentales que hacen a la libertad de prensa y a la garantía de libre expresión de las ideas. Son el eslabón entre editores y canillitas, mediante un sistema de distribución democrático que sostiene las mismas condiciones operativas para todos los editores, y haciendo posible que todas las publicaciones, sin discriminación alguna, puedan encontrarse con el lector en todos los kioscos en tiempo y forma.
Desde principios del 2007 los Distribuidores y algunas de sus Cooperativas han sufrido amenazas y embates por parte de la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros y Obreros del Transporte Automotor de Cargas (léase Sr. Hugo A. Moyano y de su hijo Pablo), iniciando su accionar tendiente a apoderarse de nuestro gremio. Desde su ventajosa posición en la C.G.T., y amparado por el Gobierno Nacional, ha llegado ahora a realizar denuncias ante el Ministerio de Trabajo argumentando tratarse de pseudo cooperativas, pero sin aportar ninguna prueba concreta en tal sentido, todo con el interesado fin de que el Ministerio encuadre nuestras actividades en el Convenio del Sindicato de Camioneros.
La realidad es que la distribución de diarios, revistas y afines es una “actividad autónoma”, realizada exclusivamente por los distribuidores con sus propios camiones, no existiendo relación de dependencia, por cuyo motivo corresponde que los mismos continúen afiliados al sindicato que siempre los ha unido y representado: la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines.
Década del 60´
Una Nota de Julián Centeya Palabras para Eduardo Arolas
Puede decirse que por una angosta calle de Barracas, tapizada de estrellas le entró a Buenos Aires el recuerdo mayúsculo de un varón de tango que se llamó así: Eduardo Arolas. Reintegrado de alguna manera a la ciudad -pero más al barrio- quien palpita y palpitará en su muestras inspiradas tales como "Derecho Viejo", "La Guitarrita", "El Marne" y "Rawson" alcanza la tierra, la tierra suya y su cielo y todo el rumor de sus barriadas postas (cabe la palabra) para prolongar su adormecida actitud de cosa, de hecho que nos quedó, a los porteños, en el lejano París de las leyendas, pero más de la vida cruel y dura, hace, precisamente, algo así como treinta años. Era un muchacho de Barracas, medio guitarrero, cuando una fama de patio con baile lo ganó y fué en¬tonces, desnudada toda su virtud "musiquera".
Se dice de él -que muchas co¬sas se dicen -que se le alejó al barrio que aún hoy cuenta con la calle Santa María, apenas compren¬dió y transitó la botonadura del bandoneón, instrumento que fué co¬mo la otra mitad de su corazón es¬quinero. Y que le ocurrió la ganan¬cia cordial -superficialmente- de la ciudad toda puesto que la ciudad se le rindió en virtud de sus mere-cimientos de músico inspirado, de compositor desigual y de ejecutante de valía. Boedo -que no podía faltar el Boedo que en tangos actuales evoca el bueno de Cátulo Castillo -o sumó a sus parroquianos cuando "caía" a la casita de la calle Saujil, allá por el corte de su similar Ca¬seros y a una cuarta de Patagones. Andaba, por aquel entonces, el ne¬gro Ramos, haciendo gemir su vio¬lín de tercer patio... y en la curva de la calle Chiclana y 24 de No¬viembre una muchacha rubia entremezclada con sus trenzas el primer rayo de sol de sus mañanitas de fa¬briquera. Muchos años después, desde ese mismo barrio le habría de sobrevenir a la ciudad el bandoneón del Negro Eduardo y debía ser ya la edad en que Betinotti, cami¬nador de cuadras le vendría a Parque de los Patricios con origen de Quintino Bocayuba y San Juan...
Ya Eduardo Arolas, con su fama punteada en la Boca era la verdad y el bandoneón, el tango y la calleja, el zaguán y el farol, la media cuadra y la vuelta de la esquina, la noche zurda y la media tarde alum¬bradora de muros. Era... Eduardo Arolas.
Hasta que París... París lo ga¬nó... y entonces con el "fueye" adormecido, trajeado de negro, "medio compadre del todo" Eduardo, que se llamaba en realidad Lorenzo, decidió coparlo en virtud del mé¬rito de una esperanza desnuda. Pa¬rís no fué... París. La vida lo en¬frentó amarga, dura y cruel. La lu¬cha -si la tuvo- fué demasiado lucha. Y rindió en su homenaje, el transportador azul del cancionero de los asomados arrabales legendarios porteños, todo su corazón generoso y maravilloso. No le quedó más que la vida para dársela al mentido París del engaño sufrido. Y se la dió como apuntalado desde un muro de Barracas quien fuera a ganar la Ciudad Luz con la pobreza millo¬naria de su inspiración.
Ahora, Cátulo Castillo y Sadaic, Mariano Mores, y el embajador ar¬gentino en París, hicieron posible, la vuelta de Eduardo Arolas, ban¬doneón porteño, muchacho de Ba¬rracas y de Buenos Aires toda, en un gesto magnífico que emociona. Cátulo Castillo, boedense corazón, curtido a corralón y patio, por ello auténtico inquilino de la calle Co¬rrientes, aceleró todo cuanto había y debía hacerse. Y por él es po¬sible ahora esta verdad emocionante. La verdad que nos cabe en las ma¬nos justas. Que más lugar no han de ocupar las cenizas queridas de nuestro muerto querido: Eduardo Arolas.
Nombre con el que los hombres de tango podemos alumbrar la úl¬tima calleja de una historia cual-quiera de tango. Y chairar desde el recuerdo de su bandoneón querido y por ello inolvidable, el "ta-ri-ta-ri" tartamudo de su compadre introducción, cuando la evocación deter¬mina, contra el filo de cualquier es-quina que ha llegado el instante pre¬ciso y curtido de hablar de él, de conversar de él, de estar con quien se llamó para seguir llamándose siempre así, de esta manera: Eduardo Arolas. Nosotros, hombres de la calle, por el curso desordenado de las palabras trazadas, queremos unir nues¬tro homenaje a todos los homenajes. Y al nombrarlo nos reservamos el derecho de entender que, de alguna manera, a nosotros también -pá¬jaros sin nombre de la calle- nos sigue perteneciendo más allá de la muerte, el varón de tango que se llama para la historia del tango: Eduardo Arolas.
Década del 70´
Una Nota de Julián Centeya Palabras para Eduardo Arolas
El espíritu que la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines lleva dentro es el de la labor rápida, completa y eficiente. Todos estos valores deben sumarse a la incorporación constante de nuevas tecnologías para lograr este cometido. Por ello es que quienes dirigen la Institución, entendieron que a la modernidad no se entraba con libretas nuevas, sino con la comprensión, manejo y acompañamiento de los más avanzados equipos. Ya, a comienzos de la década del ‘70 estaban a la vanguardia con la IBM 360/20 y no dejaron esa obligación en las décadas siguientes.
El paso adelante no se dio solo en la idea, sino que se alcanzó un nivel de capacitación tal que permitió reconvertir la ingeniería del proceso de trabajo, sumarle nuevos recursos, desarrollar su propio software de aplicación y estar preparados para mantener su hardware y el de todos los integrantes de la cadena que comparten los recorridos. Además, lograron que la informatización conecte a la SDDRA, con todos los eslabones de la cadena de edición, distribución y ventas de publicaciones.
A tal punto llegó la innovación que hasta los canillitas además de pregonar a viva voz las publicaciones en su esquina, administran su parada con la tecnología del siglo XXI. Todas estas novedades tienen una historia y hacedores. Ellos deben ser recordados para que las nuevas generaciones entiendan lo que suceda en el futuro.
Diciembre 1979 - “La Sátira de Sabat”
Con este título y continuando la serie de actividades culturales programadas para el año 1979, la Entidad realizó, en el transcurso del mes de diciembre, una exposición de dibujos y pinturas de Hermenegildo Sabat. La muestra incluyó originales de sus afiches, reproducciones de colaboraciones en diarios y revistas, tapas de sobres de discos, caricaturas y retratos satíricos de políticos, escritores, músicos, etc.
Presentación de la carpeta "Dogor" realizada por Sabat en homenaje a Aníbal Troilo
Editada por nuestra Sociedad, el día 17 de diciembre se llevó a cabo la presentación de "Dogor", carpeta con 10 ilustraciones de Hermenegildo Sabat y texto de Roy Bartolomew, en homenaje a Aníbal Troilo. La presentación estuvo a cargo de Antonio Carrizo, quien trazó una emotiva semblanza de "Pichuco", elogiando la habilidad técnica e intensidad patética, digna de admiración, del autor de la obra.